sábado, 26 de abril de 2014

Poesía barroca: Sor Juana Inés de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz



Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como Sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1651 - Ciudad de México, 17 de abril de 1695) fue una religiosa y escritora novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en español. Cultivó la lírica, el auto sacramental y el teatro, así como la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres de "el Fénix de América", "la Décima Musa" o "la Décima Musa mexicana".

Les daré a conocer uno de sus autos sacramentales más famosos y sin duda el más bello, El divino Narciso:

El Divino Narciso

                                                   Érase aquella belleza                                                    
del soberano Narciso,
gozando felicidades
en la gloria de Si mismo
pues en Si mismo tenía 
todos los bienes consigo

 Rey de toda la hermosura
de la perfección Archivo,
Esfera de los Milagros,
y Centro de los prodigios...

 Por imitar Su Belleza
con cuidadosos aliños,
se vistió el Campo de flores,
se adornó el Monte de riscos...

Adoraciones Le daban
devotamente rendidos
desde la Hierba más baja
al más encumbrado Pino...

Este, pues, hermoso Asombro,
que entre los prados floridos,
se regalaba en las rosas;
Se apacentaba en los lirios

de ver el reflejo, hermoso
de su esplendor peregrino,
viendo en el hombre Su imagen
se enamoró de Sí mismo

Su propia similitud
fue su amoroso atractivo,
porque sólo Dios, de Dios
pudo ser digno

Abalanzóse a gozarla;
pero cuando su cariño
más amoroso buscaba
al imán apetecido

por impedir envidiosos
Sus afectos bien nacidos,
se interpusieron osadas
las aguas de sus delitos

Y viendo imposible casi
el logro de Sus designios
(porque hasta Dios en el Mundo
no halló amores sin peligros),

se determinó a morir 
en empeño tan preciso
para mostrar que es el riesgo
el examen de lo fino...

Abatióse como Amante
al tormento más indigno,
y murió, en fin, del amor
al voluntario suplicio

Dio la vida en testimonio
de Su amor; pero no quiso
que tan gloriosa fineza
se quedase sin testigo;

y así dispuso a dejar
un recuerdo y un aviso
por memoria de Su muerte,
y prenda de su Cariño...

Él mismo quiso quedarse
en blanca flor convertido
porque no diera la ausencia
a la tibieza motivo;

que no es mucho que hoy florezca
pues antes de sus escritos
Se llama Flor de los Campos
y de los Collados Lirio

Cándido disfraz, es velo
de sus amantes designios
incógnito a la grosera
condición de los sentidos

Oculto quiso quedarse
entre cándidos armiños,
por asistir como Amante
y celar como Registros

que como Esposo del Alma
receloso de desvíos
la espía por las ventanas
la escucha por los resquicios

Quedó a hacer nuevos favores
porque liberal no quiso
acordar una fineza
sin hacer un beneficio

Ostentó lo enamorado
con amantes desperdicios
e hizo todo cuanto pudo
Él que pudo cuanto quizo

Quedó en Manjar a las almas
liberalmente benigno,
alimento para el justo
veneno para el indigno

Mirad de la Clara Fuente
en el margen cristalino,
la bella cándida Flor
de quien el amante dijo:

Este es Mi Cuerpo y Mi sangre
que entregué a tantos martirios
por vosotros, En memoria
de Mi Muerte repetidla.
 


En este auto sacramental, Sor Juana toma el fondo alegórico de la fábula mitológica de Narciso, y es llamado sacramental porque Sor Juana lo utiliza como representación de la obra que Cristo hizo por su pueblo y en forma de poesía, utilizando una fábula, ella trataba de evangelizar a todo aquel que lo leyera. Las características barrocas en este romance se encuentran la musicalidad del verso, el vigor de la imagen, el lenguaje metafórico y uso del conceptismo al igual que la búsqueda de expresar de una forma diferente la religión.

 

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